Tras mucho tiempo conociendo de la existencia de esta pequeña escultura; y dando la casualidad de acudir a una eucaristía en la parroquia de San Valero, del populoso barrio de Delicias (Zaragoza). Descubrí para mi asombro esta pequeña joya de la escultura medieval aragonesa.
Esta bella imagen tardo medieval se ubica en la primera capilla del lado de la Epístola del templo neogótico de San Valero. La capilla conocida como capilla bautismal o de los Reyes se abre al templo por arco apuntado aunque aparece cerrada por grandes puertas de madera.
Según documentación del propio templo y varios trabajos publicados por Mª Carmen Lacarra Ducay, esta bella pieza de alabastro formaba parte de un suntuoso retablo gótico ubicado en la desaparecida Iglesia de San Andrés, adscrita a la parroquial de San Gil (ubicada en la actual calle don Jaime de la capital aragonesa). El retablo al que se hace referencia era una obra pictórica medieval realizado por Tomás Giner en la segunda mitad del siglo XV; y en él se narraban pasajes de la vida de San Juan Bautista, San Miguel Arcángel y Nuestra Señora; siendo la titular del mismo esta bella pieza escultórica de bulto redondo.
Dicho retablo fue desmontado y reubicado en el templo de San Valero encargándose una nueva mazonería neogótica a los hermano Albareda. El retablo se desmontó ubicando por un lado la pieza tallada y por otro la pictórica. Así podemos todavía observar algunas de estas pinturas medievales realizadas por Giner, en la primera capilla del lado del Evangelio del templo de San Valero.
La pequeña Virgen con el Niño, es una bellísima pieza fechable en la segunda mitad del siglo XV, y obra de Franci Gomar imaginero catalán que desarrolla su trabajo para la antigua Corona de Aragón entre los años de 1443 y 1493. En ella Gomar asume el realismo bello de la escultura centro europea y la expresividad de plegados propia de los mejores escultores alemanes.
Artísticamente se representa una bella imagen de María ataviada al modo cortesano norte europeo; que como madre, ya no como trono (vírgenes románicas), mantiene una bella unión y comunicación con su hijo. La Virgen presenta un rostro dulce, sereno, mostrando una incipiente sonrisa llena de ternura al ver como su hijo se acomoda sobre su hombro. El naturalismo que desprende su gesto se acentúa al presentarse con la cabeza sin cubrir y mostrar una cabellera suelta y ondulada. Estas formas suaves contrastan con las utilizadas en la talla de los ropajes, la Virgen viste larga túnica ceñida al busto y manto largo sobre sus hombros; ambas piezas de gran realismo a pesar de su gran voluminosidad y fuertes plegados, propios del gusto más expresivo de la talla alemana del siglo XV. El Niño es una creación sublime de la plástica medieval, en el ya no rezuman los deseos de mostrar su realeza; sino que se persigue acentuar valores de cariño, debilidad y dulzura, aparece ubicado sobre el antebrazo derecho de María, sobre cuyo hombro apoya su cuerpo con el propósito de conciliar un dulce sueño.
Estas características hacen que el conjunto sea “una preciosa y entrañable visión de la maternidad de María, una mujer feliz que vela el sueño de su Hijo en brazos mientras acaso ya siente la tristeza de la premonición de todo lo que les espera” (Mª Carmen Lacarra Ducay).
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