viernes, 31 de julio de 2009

SANTO CRISTO DE LOS MILAGROS. Devoción cristífera en la Basílica del Pilar.

Sin duda alguna muchos de vosotros conoceréis la bella escultura que hoy traigo hasta estas sencillas líneas de mi blog; se trata del Santo Cristo de los Milagros de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, ubicado en la Capilla de San Juan Bautista (nada más entrar por la puerta occidental a la derecha).



Se trata de una de esas imágenes de culto que el pueblo hace suya y trata con devoción y cariño, ¿quién no recuerda o lo sigue haciendo, la extendida costumbre de besar los pies de esta bella imagen para luego pasar por el Pilar de la Virgen tras la Santa Capilla?. Y es que dicha imagen recibe culto desde antiguo siendo muy venerada y reconocida su virtud de hacer milagros como atestigua esta bella estampa de comienzos del siglo XX, en que el Santo Cristo se colocaba sobre altar extraordinario con motivo de su festividad.

Estampa extraída de la página www.todocoleccion.net

La verdad que es muy poco lo que se conoce sobre la citada imagen, siendo acertado bajo mi opinión catalogarla como obra andaluza de comienzos del siglo XVII, opinión que se coteja en la Guía histórico-artística de la ciudad de Zaragoza. Es lógico pensar que su ubicación actual no se corresponde con la que tuviera antiguamente, ya que el espacio en que se encuentra fue mandado construir por el arzobispo Tomás Crespo de Agüero, que yace en el muro derecho, siendo el espacio una obra plenamente barroca fechable entre 1700 y 1743; fechas que corresponden con la creación del retablo de San Juan Bautista y la decoración mural del espacio. Por lo tanto estaríamos hablando de más de medio siglo de diferencia entre una obra y otra.
























La imagen se localiza en el ángulo derecho de la capilla bajo doselete barroco y sobre rica tela de damasquinado bermellón con rico bordado vegetal. Artísticamente Cristo aparece crucificado, muerto y suspendido de cruz plana por tres clavos. Presenta una canon anatómico casi perfecto con cierta monumentalidad y vigor que le enlaza con los torsos musculados y fuertes de la talla miguelangelesca y que magistralmente desarrollan los escultores andaluces, principalmente granadinos de finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, lo que no haría extraño pensar que la obra es cercana al taller de Francisco de Ocampo. Sin embargo lleva paño de pureza voluminoso, resuelto con rotundos y agitados pliegues, y anudado a la derecha; característica que nos haría rechazar la autoría de Francisco de Ocampo, quien es sus obras andaluzas catalogadas presenta un paño de pureza más sencillo y de menor movimiento; así pues este plegado evolucionado de su paño de pudor y su cierto arcaísmo clasicista en el cuerpo (cuerpo rígido de escaso movimiento) me hacen pensar en una plausible autoría cercana al taller o círculo de los Hermano García, activos en Granada a comienzos del siglo XVII. Su cabeza denota una fuerte energía, de expresión dura aunque sin caer en el dramatismo castellano, lo que nos invita a la oración y al recogimiento; y poco voluminosa que queda inerte inclinada hacia la derecha, presenta pelo natural y potencias en plata sobre dorada. Sus piernas aparecen como quebradas pero con escaso movimiento lo que sigue detonando su arcaísmo con respecto a la talla del pleno barroco.


Lastimar el mal estado de conservación del mismo, siendo más que necesaria una restauración del mismo, se pueden apreciar ciertas grietas en las junturas de las piezas y, un oscurecimiento y casi pérdida total, de su policromía en algunas partes.




miércoles, 29 de julio de 2009

EL BELLO FRONTAL GÓTICO-MUDÉJAR DE SAN MIGUEL DE LOS NAVARROS.

Como bien dice la bienvenida a este blog uno de mis propósitos es dar a conocer y descubrir para visitantes y zaragozanos algunas de esas obras del patrimonio de la ciudad que pasan prácticamente inadvertidos. Y sin duda alguna este bello frontal de altar dedicado a San Miguel Arcángel es una de esas delicadas piezas que por su prestancia y elegancia bien merecerían una visita paciente y exclusiva.

Realmente es muy poco lo que se conoce sobre esta obra, ya que es mínima la repercusión bibliográfica que la misma ha suscitado a los grandes especialistas del Arte. A pesar de ello Mª del Carmen Lacarra Ducay le dedicó un pequeño trabajo en el año 1981.

En líneas generales los especialistas lo fechan a finales del siglo XIV o comienzos del siglo XV, por la decoración de lazo con rosetones que presenta y que muchos relacionan con la conservada en el magnífico tríptico del Monasterio de Piedra. A pesar de ello se aprecia notable diferencia entre ambos, sobre todo en cuanto a la ejecución de su pintura que nada a caballo entre las características de la pincelada italogótica sienesa y la corriente internacional que auna valores del norte de Europa con el peso de la pintura italiana del Trecento.











Artísticamente se trata de un frontal de altar mayor por sus grandes proporciones y con un diseño cuadrangular para adaptarse al marco arquitectónico del ara. Su composición se divide en tres calles, siendo la central (representación de San Miguel Arcángel), más estrecha que las dos laterales.

Las calles laterales aparecen talladas en madera con un minucioso trabajo mudéjar de lacerías entrecruzadas que conforman pequeños casetones de ocho puntas y que están ornadas con rosetones floridos. El conjunto aparece policromado con tonos rojos, azules y dorados; creándose un juego cromático muy rico que toma como modelo los artesonados mudéjares del Palacio de la Aljafería.

La calle central representa a San Miguel Arcángel como capitán de los ejércitos celestiales, triunfante sobre el maligno. Es una pintura al temple sobre tabla que hay que fechar a finales del siglo XIV y comienzos del XV con un marcado carácter hispano, aunque aglutina: la influencia italogótica sienesa, apreciable en la dulzura del rostro del arcángel y la línea de ritmo sinuoso y casi musical de sus formas; con valores del norte de Europa que se recogen en la corriente internacional como es el predominio del colorido rico y decorativo de las vestiduras del joven doncel.

Iconográficamente San Miguel aparece representado como un joven doncel de cabellera suelta y rizada, ataviado con ricas calzas de color bermellón, cota de maya de cuero repujado y jubón de amplias mangas terminadas en punta bífida y ornado con bellos motivos vegetales. San Miguel como capitán de los Ejércitos Celestiales porta larga lanza y espada, armas sagradas con las que vence al maligno representado con forma de dragón, el cual aparece vencido bajo sus pies. A pesar de su victoria el mal sigue estando presente por otros cinco dragones-serpiente que se retuercen en el flanco inferior derecho y que acentúan la necesidad todavía presente de adoctrinar, propia de las representaciones medievales.





lunes, 27 de julio de 2009

EL TORREÓN DE LA ZUDA.

El torreón de la Zuda de Zaragoza es una atalaya renacentista de marcado aire mudéjar que se ubica en uno de los espacios de mayor riqueza arqueológica de la bimilenaria urbe de Saraqusta.

El torreón es en definitiva lo poco que queda del palacio de la Zuda, Azuda o Sudda; nombre que recibían los alcázares musulmanes situados dentro del recinto urbano amurallado y con funciones administrativas y de gobierno.

Se localiza próxima a las márgenes del Ebro (zona occidental de la Plaza del Pilar, junto al templo de San Juan de los Panetes) y sobre los restos de la antigua muralla romana de la ciudad, lo que acentuaría en origen su carácter defensivo.

“Los musulmanes construyeron pegada a la muralla de la ciudad el alcázar en forma de fuerte que servía de residencia al gobernador de la ciudad (durante la etapa del emirato independiente de Córdoba) y fue usada más tarde por el rey taifa como residencia de invierno (hasta el año 1118 que fue tomada para los cristianos por Alfonso I el Batallador). La torre de la Zuda, corresponde a la torre del homenaje del palacio que se construyó sobre una de las torres de la muralla”.

Los pocos restos originales que quedan de este espacio es consecuencia de su dilatada historia; al ser reconquistada la ciudad, Alfonso I cedió el espacio a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén quien lo convirtió en hospital y casa central de la orden en Aragón. Construyéndose en 1725 la actual iglesia de San Juan de los Panetes.

En el año de 1937 y desamortizado el espacio de la orden hospitalaria se procedió a la demolición del inmueble respetándose únicamente las murallas, la iglesia y el torreón. El aspecto que ofrece en nuestros días es el resultado de la restauración realizada por Francisco Iñiguez Almech (1946-1952), quien dio prioridad a la etapa renacentista sobre las anteriores.

Artísticamente se trata de una atalaya de planta cuadrangular con sus muros externos en ligero talud y completamente construida en rajola o ladrillo de tradición árabe. Se accede al interior por dos vanos ligeramente apuntados ubicados uno frente a otro aunque a distinto nivel, siendo más bajo el que se localiza abierto en la avenida de Caesaraugusta.

En su interior se localizan cuatro pisos superiores que externamente se separan por niveles de impostas que remarcan el sentido horizontal del torreón al gusto de las edificaciones palaciegas renacentistas; y un rico lenguaje de vanos que combina ventanales adintelados y en arco de medio punto (dobles, triples y doblados). Destacar el aire mudéjar del torreón sobre todo por el empleo del ladrillo dispuesto en distintas formas y juegos para marcar el alero y los distintos pisos.

















Actualmente el torreón es Oficina de Turismo y espacio expositivo con fotografías de la ciudad y un bello mirador en su última planta. Su horario de visita es el siguiente:

De lunes a sábados de 10 a 14h. y de 16,30 a 20 h. Domingos de 10 a 14 h.
Julio y Agosto de 9 a 21 h..
Las oficinas permanecerán cerradas las tardes del 24 y 31 de Diciembre y el día 25 de Diciembre y 1 de Enero

BIBLIOGRAFÍA:

Oliván Jarque, María Isabel y Francisco Escudero Escudero, Torreón de La Zuda, Zaragoza