martes, 8 de septiembre de 2009

PASEO SAGASTA Y CALLE LAGASCA. El esplendor modernista de la ciudad de Zaragoza en el siglo XX.



El primero de los recorridos propuestos se reduce exclusivamente a un trazado casi lineal que recorre el Paseo Sagasta y las primeras casas de la calle Lagasca, vía transversal del paseo. El recorrido aunque sencillo, es amplio en distancia y está pensado como un suave paseo de una hora de duración (bueno todo depende de lo que el espectador se deleite con cada uno de los edificios).

El origen del Paseo Sagasta es el del antiguo camino que iba hacia Torrero (barrio nacido en torno a la construcción del Canal Imperial de Aragón) desde la puerta de Santa Engracia cruzando el río Huerva. Hasta el siglo XIX en este camino sólo había algunas torres de recreo en los alrededores del río y pequeñas industrias de carácter familiar instaladas junto a él.

El primer proyecto de urbanización de la zona data de 1900, en el que se proyecta un paseo con boulevard central donde se levantarían bellos edificios de viviendas y chalets unifamiliares según diseños modernistas.

Este proyecto decimonónico se liga a un hecho importantísimo para la transformación de Zaragoza en una ciudad moderna, la celebración de la Exposición Hispano Francesa de 1908; próximo a este nuevo foco de esplendor se crean nuevas zonas, como este Paseo de Sagasta, donde residirán las clases medias burguesas. Se trazará una calle amplia cuajada de edificaciones modernistas (bloques de viviendas en el lado izquierdo y chalets unifamiliares en el derecho); es una calle diseñada a modo de ensanche con notables avances higiénicos como el alcantarillado, agua y pavimentación.

El paseo surge de la necesidad urgente de ordenar el crecimiento de la ciudad de Zaragoza. En 1906 se elabora un detallado anteproyecto de ensanche por parte de los técnicos municipales Casañal y Magdalena que preveía un muro radial en torno a la plaza de Aragón, como nuevo centro. Sin llegar a ser aprobado definitivamente, este proyecto marcará la voluntad de crecimiento hacia el sur y definirá sus dos directrices principales: el paseo Sagasta y la Gran Vía, aconsejando el cubrimiento del Huerva que veinte años más tarde se realizará.

Para iniciar un recorrido más lógico desde el punto de vista turístico recomiendo coger un autobús urbano para dirigirse a la zona alta del Paseo Sagasta, para luego descender el boulevard de una forma pausada y tranquila, siempre favorecida por el desnivel que el terreno presenta dirección a los altos de los Pinares de Venecia.

CASA PALAO. Paseo Sagasta 76.

El nombre de este bello edificio se debe al conocido escultor zaragozano de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, Carlos Palao. La obra fue encargada en el año 1905 a Félix Navarro para edificar una casa en los terrenos de su propiedad en Sagasta esquina con Camino del Sábado. El desnivel existente en el terreno y la intencionalidad del escultor porque su vivienda quede sujeta o alineada al trazado del paseo, hace que las obras se demoren hasta 1912, fecha en la que se le concede nueva licencia, pero esta vez ya con planos de Miguel Ángel Navarro Pérez, que se hacía cargo de todas las obras de su padre, tras su recién desaparición.

El bloque constructivo se erige sobre una parcela de mucho fondo con fachada a dos calles y ángulo resuelto en chaflán curvo, y consta de sótano y cinco plantas; siendo exclusivamente la principal la destinada a la familia del escultor.

El elemento más valorado por los especialistas es precisamente la curiosa solución curva del chaflán, ya que se conforma como un elemento sin ornamentación (excepto los capiteles florales de la planta baja), estructurándose la fachada mediante líneas curvas para resolver los antepechos de las ventanas y huecos de influencia gaudiana. Los vanos son amplísimos (sin duda de los más generosos de la ciudad cuando se construyó) por lo que resulta una edificación de inusitada diafanidad, en la que se aprovechan al máximo las posibilidades estéticas de materiales como el hierro y el cemento.

Son bellísimos los capiteles de las columnas de la planta baja con rica decoración floral y vegetal tallada, que recuerda el estilo carnoso de Luis Domenech i Montaner.

El carácter tardío de la edificación hace que la decoración de base vegetal quede bastante reducida, a ello hay que sumar una intencionalidad más funcionalista del bloque que introduce ciertos valores racionalistas.























































































CASA CORSINI. Paseo Sagasta 19.

Si seguimos bajando por el bulevar central del paseo, en su tramo central encontraremos lo que podíamos llamar las manzanas de la discordia, por asemejar con el apelativo barcelonés que se le da a la manzana que mayor concentración de edificios modernistas presenta. El primero de los edificios se correspondería con el número 21 de la calle, edificio en chaflán que actualmente se encuentra en proceso de rehabilitación. Por sus similitudes con el número 19 y ante la imposibilidad de poder ofreceros fotografías propias, eludiré su comentario.

Casa Corsini es el nombre que recibe el edificio de viviendas proyectado en marzo de 1904 por el maestro talaverano Juan Francisco Gómez Pulido para Carlos Corsini. La escasez de documentación aportada sobre el proyecto y el carácter indefinido del proyecto presentado y conservado en el archivo municipal, ha hecho durante mucho tiempo atribuir la construcción de este edificio, al igual que muchos otros, al arquitecto municipal Ricardo Magdalena; del cual conocemos actualmente que sólo aportaba su supervisión y firma como arquitecto de la ciudad.

La construcción es sin lugar a dudas una de las más grandes de las conservadas, ocupando una parcela de diseño rectangular y fachada a dos calles. Consta de sótano, cuya existencia se manifiesta al exterior en las lumbreras de la fachada, y cinco plantas, rematada la última de ellas por cornisa de fábrica trabajada en canetes agrupados de cuatro en cuatro. La composición del edificio es diferente en cada una de sus dos fachas, aunque ambas aparecen siempre articuladas por un bello mirador de hierro acristalado en chaflán curvo.

La fachada principal responde a una composición simétrica ordenada con respecto a un segundo mirador, en este caso dispuesto en el centro y con la intencionalidad de marcar o reseñar la fachada principal del edificio. Por lo demás ambas fachadas presentan una serie de ejes horizontales de vanos adintelados y abalconados, que marcan los distintos pisos del inmueble, y que en su gran originalidad se trasdosan o decoran de forma distinta; la decoración vegetal se sitúa especialmente en dichas zonas, presentando una decoración floral de carnosa talla y carácter modernista que caracteriza este edificio, así mismo son interesantes las rejas de balcones y miradores con elementos florales.



















































































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