Dada la proximidad a la calle San Blas y especialmente debido al profundo desnivel del terreno que existe en esta zona del templo, la nave norte carece de capillas devocionales; no así de retablos, aunque como su estudio posterior testimonio la mayoría de ellos fueron colocados y realizados a finales del siglo XVIII.
Además la nave norte es menor en longitud que la sur o de la Epístola, a consecuencia de la localización a sus pies del pequeño claustro interno que rodea la torre parroquial. Todas estas características, aunadas a la menor iluminación natural de esta zona del templo hace que dicha nave sea la última en decorarse. Cinco son los retablos que se ubican en dicho espacio, dedicados a San Blas, Santa Bárbara, Ecce Homo, San Juan Nepomuceno y Santa Brígida de Irlanda. Dada su desigual calidad y principalmente ante la imposibilidad de poder fotografiar dos de ellos (escasez de luz), serán sólo tres los retablos a comentar.
RETABLO DE SAN BLAS.
Se localiza a los pies de la nave, empotrado bajo un arco desigual que refuerza el muro. La pieza es un gran retablo dieciochesco, fechado entre los años 1750-1770 y de corte barroquizante tardío. Presenta un diseño de tres calles separadas por columnas de capitel compuesto y fuste estriado en sus dos tercios superiores; en la calle central bajo hornacina de arco combinado se ubica la devota imagen de San Blas. La talla gótica del santo, debe fecharse a finales del siglo XV, muestra formas de carácter naturalista principalmente en sus plegados, aunque todavía testimonia ciertas formas arcaizantes de escaso realismo, principalmente en el rostro y disposición del cuerpo. El santo aparece con báculo, mitra y en actitud de bendecir; la gran devoción demostrada hacia él por los parroquianos del templo hicieron que fuera repolicromado en el siglo XVIII.
Iconográficamente completan el retablo escenas de la vida de la Virgen y las tallas exentas de San Joaquín, Santa Ana y San José.
RETABLO DE SANTA BÁRBARA.
A continuación aparece ubicado el amplio retablo de Santa Bárbara; obra de finales del siglo XVIII atribuido al mazonero Ignacio Ximeno. Adopta diseño de tres calles, con la central más desarrollada y enmarcada por suntuosa tramaboya arquitectónica. Preside el retablo la talla de Santa Bárbara con sus instrumentos o signos de gloria y una estética cercana al taller de los Messa (amplios plegados y formas gesticulantes). Acompañan a la imagen de la santa las de San Lamberto, San Cristóbal, San Esteban y San Isidro Labrador; en el remate o ático, las virtudes de la Fe y Esperanza; ambas representadas en su condición humana y recostadas sobre los elementos arquitectónicos.
RETABLO DE SAN JUAN NEPOMUCENO.
Obra barroca de finales del siglo XVIII, con cuerpo de una sola calle y ático de formas curvas. La pieza carece casi de valor si exceptuamos el lienzo del titular que preside el retablo. El lienzo se puede catalogar a finales del siglo XVIII y cercano al círculo de Mariano Salvador Maella: iconográficamente representa la glorificación de San Juan Nepomuceno.
Artísticamente la pintura se halla transida de academicismo y rigor en el dibujo, combinando los últimos coletazos del barroco dieciochesco, con las novedades neoclásicas, impulsadas desde la Corte por el monarca Carlos III y su pintor regio, Mengs.
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