domingo, 7 de marzo de 2010

MUDÉJAR EN ZARAGOZA: San Gil Abad, San Miguel de los Navarros y Santa María Magdalena I

El 14 de diciembre de 2001 el consorcio internacional de la UNESCO declaró el mudéjar aragonés Patrimonio de la Humanidad, sumándose a la declaración existente desde la década de los 80, del mudéjar de la ciudad de Teruel. Dentro de esta consideración de obras únicas y de considerable valor para la humanidad se concedió galardón a tres edificaciones mudéjares de la ciudad de Zaragoza, el Palacio de la Aljafería, la Catedral de San Salvador y la Iglesia parroquial de San Pablo

Esta consideración que se extendió a toda la comunidad autónoma de Aragón dejó relegadas tres magníficas construcciones del mudéjar zaragozano, como son la Iglesia de San Gil Abad, la Iglesia de Santa María Magdalena y la parroquial de San Miguel. Con el propósito de destacar su valor y peculiaridades ante el viajero o turista que recorre las calles de la ciudad, he decidido elaborar esta pequeña entrada sobre los exteriores mudéjares de ambos tres templos zaragozanos.

Como prólogo habría que destacar que el arte mudéjar es un arte autónomo que cuenta con sus propias características y formas constructivas; habría que asumir que el arte mudéjar, son las manifestaciones artísticas que crearon los musulmanes hispanos que bajo concesión real habitaban en la España cristiana. Estos alarifes aunaron en sus formas y técnicas la tradición musulmana con la cristiana imperante en cada momento histórico; por lo que en algunas ocasiones, de forma desafortunada algunos especialistas han considerado la existencia de un románico-mudéjar y un gótico-mudéjar. Aunque en mi sincera opinión habría que hablar de unos materiales y de unas técnicas constructivas propias que a todas luces distan de formas más europeístas.

IGLESIA DE SAN GIL ABAD:

En pleno centro de Zaragoza, abierta a la calle Don Jaime una de las arterias laterales que permiten conducir al turista hacia la famosa plaza del Pilar, se ubica la iglesia de San Gil Abad.

Los datos más antiguos que se conservan de la misma se remontan a la reconquista de la ciudad de Zaragoza por el monarca Alfonso I el Batallador en el año 1118, en aquel momento se cede la primitiva construcción al obispo Esteban de Huesca para que con sus productos y concesiones pudiese mantener las tropas francesas (bearnesas) que estaban ayudando al monarca en la expulsión de los musulmanes de la península.

En el año 1242 el templo se convierte en parroquia bajo la mitra zaragozana (dependencia del Arzobispo de Zaragoza) y por lo tanto en cabecera de uno de los barrios más populosos de la ciudad del siglo XIII, lo que desencadena la necesidad en el siglo XIV de ampliar y remodelar la pequeña construcción primitiva, eliminando cualquier vestigio de la misma. Gracias a fuentes paralelas de la historia se sabe que hacia el año 1358 la construcción ya estaría concluida, ya que se testifica que durante la Guerra de los Pedros (Castilla y Aragón) se ataque y destruya dicha iglesia.

La construcción que en la actualidad puede contemplar el turista responde a una reforma barroca acontecida durante los años 1719 y 1725, y desarrollada por los maestros Manuel Sanclemente y Blas Ximénez, reforma que alteró la orientación del templo y el interior aunque dejó prácticamente intacta su estructura exterior.

El templo responde al modelo de Iglesia-fortaleza con nave única de dos tramos, cabecera recta y capillas laterales entre los contrafuerte. Más que contrafuertes se trata de pequeñas torrecillas internas (sólo tienen acceso desde el interior) que permitían el acceso al nivel superior construido sobre dichas capillas laterales; el citado espacio se configuraba como una tribuna no sólo abierta al interior sino también al exterior, con el propósito de que permitiera el acceso de la iluminación, así como una posible defensa y protección frente a ataques enemigos.

Del acceso lateral no queda prácticamente ningún vestigio ya que fue cegado durante la época barroca, abriéndose una nueva portada justo en lo que era la antigua cabecera, que en la actualidad se han convertido en los pies del templo (reorientación del espacio).

El elemento más destacable es sin duda la torre, construcción de planta cuadrangular que sigue la disposición de los antiguos alminares musulmanes, adoptando un diseño de doble torre una interior y otra exterior sobre la que se ubica el cuerpo de escaleras cubierto bajo bóvedas por aproximación de hiladas de ladrillo. La torre se divide en tres cuerpos, el inferior que llegaría hasta la altura de las tribunas, el medio correspondiente con el cuerpo de campanas y un último a modo de remate que cobijaría un pequeño aterrazamiento almenado y el chapitel piramidal.

Pero si algo destaca es el empleo decorativo de la cerámica y el ladrillo, entre los motivos se pueden apreciar simples frisos en esquinilla, paños de arcos mixtilíneos entrecruzados e incluso doblados formando paños de sebka, franjas en zig-zag y decoración a base de rombos.









IGLESIA DE SAN MIGUEL DE LOS NAVARROS:

Ubicada junto a la desaparecida puerta del Duque (antigua puerta de acceso a la ciudad medieval) se haya la Iglesia de San Miguel de los Navarros. Hay constancia de su existencia desde la reconquista de la ciudad en 1118, adscrita desde su origen a la Catedral de San Salvador, para ser independiente como parroquia a partir de 1260.

Nada queda de su primitiva fábrica y muy poco se conoce documentalmente de la obra que se puede contemplar en la actualidad; especialistas como Gonzalo Borrás y Angel Canellas adscriben la construcción de este templo al siglo XIV, siendo posteriormente reformada y ampliada en el siglo XVII.

Internamente la iglesia se distribuye en dos naves de cuatro tramos con ábside poligonal en la cabecera que se cubre con bóveda de crucería, al igual que lo debían hacer el resto de tramos hasta su reforma en época barroca. En un primer momento a la nave principal se abrirían una serie de capillas entre los contrafuertes, actualmente sólo se conservan dos, ya que el resto fueron sustituidas por la nave lateral y otras capillas posteriores.

Lo más destacable desde el punto de vista mudéjar de este templo es la decoración de la cabecera poligonal y su torre de planta cuadrangular; a diferencia de lo visto en San Gil, San Miguel orna sus muros en base al empleo magistral de la réjola o ladrillo, desechando el uso de la cerámica.

La torre como se ha comentado anteriormente es de planta cuadrangular y presenta también el diseño de alminar con una doble torre. Estructuralmente sigue el esquema de su anterior, un cuerpo inferior, el cuerpo de campanas y el remate superior.

La decoración desarrollada en sus muros es muy rica, con motivos comunes a la de San Gil, a destacar el vano de campanas de la torre (ventanas dobles de arco apuntado enmarcadas por alfiz y recuadrada por lazos de cuatro octogonales, que generan tres estrellas de ocho puntas) y las grandes cruces heráldicas flordelisadas de su cabecera que entroncan con las localizadas en construcciones de Herrera de los Navarros y Azuara (ambas localidades aragonesas).

Pero si por un motivo merece la pena detenerse es por las bellas celosías que enmarcan los vanos de arco apuntado que se abren en el derredor del templo; dichas celosías realizadas en yeso se relacionan con trabajos de la zona de Calatayud y demuestran el grado de sofisticación que llegó a adquirir el arte mudéjar en las tierras del Ebro.











No hay comentarios:

Publicar un comentario